Sentidos y corporalidad al correr6 minutos de tiempo de lectura

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Sentidos y corporalidad al correr: ” La acción de correr, y mucho más hacerlo de modo sistemático y apasionado, coloca al cuerpo de frente a una amplísima variedad de experiencias y sensaciones y a una vinculación estrecha con los fenómenos más ordinarios de la naturaleza.”

Sentidos y corporalidad al correr las dimensiones sensoriales que intervienen en la experiencia de correr, la dimensión háptica cobra una notable relevancia. Habitualmente reducido a lo táctil, lo “háptico” se extiende más allá del contacto cutáneo directo, para incluir sensaciones corporales sentidas internamente. Lo háptico incluye la cinestesia (sentido del movimiento), la propiocepción (sentido de la posición de los músculos) y el sistema vestibular (sentido del equilibrio).

La acción de correr, y mucho más hacerlo de modo sistemático y apasionado, coloca al cuerpo de frente a una amplísima variedad de experiencias y sensaciones y a una vinculación estrecha con los fenómenos más ordinarios de la naturaleza. Así, nos vamos exponiendo de modo ocasional al sol abrasador, al viento que corta o impulsa la carrera, a una suave brisa que reconforta, a una fuerte lluvia que moja y torna resbaladiza la superficie o hasta la nieve en algunos lugares fríos y de montaña. Noches gélidas, días soleados, jornadas lluviosas, vientos helados que perforan los pulmones configuran un menú de situaciones posibles que el corredor puede seleccionar de forma relativa (en los entrenamientos, pero no tanto en las competencias) ante los márgenes que le ofrece el clima.

En efecto, cada corredor suele conocer sus puntos débiles, como posibles dificultades para correr con temperaturas elevadas. Ello obliga a ese tipo de corredores, por ejemplo en temporada estival, a postergar sus entrenamientos para la noche o hacerlo por la mañana muy temprano, lo que requiere una considerable autodisciplina.

El cuerpo deshidratado no sólo disminuye el rendimiento sino que implica un riesgo de salud manifiesto.

Así es que, por ejemplo, el propio etnógrafo intenta evitar al máximo los días de fuerte viento, lo cual durante ciertas épocas es casi imposible en una ciudad de Mar. En definitiva, son todas experiencias de calentamiento y termorregulación, que se producen por el propio cuerpo y también con la ayuda de la indumentaria.

La estrategia de vestimenta no es un aspecto superficial, ya que la temperatura del cuerpo cobra relevancia para cualquier deportista. Sobre todo a cierta edad, tendones y músculos “fríos” son territorio ideal para lesiones, por lo que es necesario llevar al cuerpo a una temperatura y flexibilidad que prevengan sorpresas desagradables después. Incluso para las carreras, el calentamiento precompetitivo es para muchos corredores todo un ritual detallado y al que se le presta especial atención.


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Sentidos y corporalidad al correr….”Carreras masivas”

Las carreras masivas se caracterizan por un ir y venir interminable de corredores solitarios y en grupo poniendo al punto justo de temperatura a su cuerpo y ajustando la flexibilidad muscular. Porque además, “el calentamiento incorpora un elemento energizante, por lo que una sensación de calor también se puede experimentar como sentimiento de energía interna y preparación corporal”.

Algunas carreras, como los ultramaratones, obligan a colocar un cuidado extra en la termorregulación del corredor. La extensión de la carrera, que puede demandar entre 7 y 24 horas (o incluso más en las de 100 millas), los horarios en los que se corre (muchas largan de madrugada con temperatura bajo cero), las diferencias de altitud y otro conjunto eventual de posibilidades geográficas, constituyen verdaderos desafíos de estrategia y resistencia para el corredor.

Algunas de estas competencias, las de mayor logística y organización, le ofrecen al corredor la posibilidad de cambiar su ropa y hasta dejar prendas en los puestos de asistencia. En esas pruebas, se llegan a experimentar variaciones térmicas de más de 20 grados durante todo el trayecto, con una eventual largada usando guantes, gorro, calzas largas, remera “primera piel” y un polar, para luego terminar corriendo sólo con la remera técnica de la carrera y un pantalón corto.

Estos ejemplos permiten visualizar que dimensiones como el tacto, la textura, el movimiento y la temperatura atraviesan la experiencia del cuerpo vivido, en las que, no está de más reiterar, esa dimensión “ornamental” (la indumentaria) es parte fundamental de la experiencia de correr. Por ejemplo, las medias mojadas, si no se toman recaudos previos (como pasarse vaselina en los pies antes de la carrera) pueden destrozar los pies del corredor.

Muchas carreras atraviesan ríos, arroyos, y lodazales que desafían cualquier estrategia ingenua. A veces, los alertas de un desgaste cutáneo peligroso no llegan a tiempo y cuando el dolor se impone puede tratarse de una molestia capaz de complicar la continuidad en una carrera o la participación al día siguiente cuando se trata de competencias de etapas sucesivas.

Cuando más dilatada sea la experiencia mayor será la “agudeza háptica”  del corredor en sus prácticas deportivas encarnadas. La densidad, riqueza, complejidad (y hasta ambigüedad) de la fenomenología del corredor nos enfrenta a configuraciones emocionales características que refieren a experiencias personales, colectivas y hasta de interfaz con el medio ambiente (cargarse de energía mientras se escala una montaña o se atraviesa un río en una carrera de trail running) y con la tecnología (controlar nuestro ritmo y distancia con un reloj GPS o correr escuchando música).

Además de las emociones (euforia existencial, plenitud, satisfacción personal) que caracterizan el colectivo de corredores, otro tipo de situaciones menos “glamorosas” invaden de manera continua la experiencia de correr, como el cansancio, la presión y, sobre todo, las lesiones.

Sentidos y corporalidad al correr…Sentimientos como el dolor o la fatiga corporal y mental.

Sentimientos como el dolor o la fatiga (corporal y mental) además suelen traducirse en emociones (como la frustración) que drenan la energía de los corredores que pueden hasta replantearse la continuidad apasionada en este estilo de vida. Pero sobre todo, las lesiones constituyen uno de esos sucesos claves que pueden amenazar la viabilidad de un itinerario del corredor durable y, en gran medida, constante.

Fuente:https://www.redalyc.org/journal/4399/439964841007/439964841007.pdf